¿Cómo mejorar la gobernabilidad?
Por: Miguel Jaramillo Luján
Estratega político
Con una ola de protestas generalizada en el continente, la creciente inestabilidad de los gobiernos y una ciudadanía completamente decepcionada de los líderes políticos que los gobiernan es necesario preguntarse cómo mejorar la gobernabilidad. En primer lugar, debemos entender qué es la gobernabilidad, cuáles son sus pilares, un nuevo paradigma y posteriormente llegar a unas modestas conclusiones sobre cómo llegar a la meta de todo gobierno: poder gobernar.
Por gobernabilidad, según Bobbio y Matteucci, se entiende la relación en entre gobernantes y gobernados o, en otras palabras, la capacidad del gobernante de administrar gobierno y que la sociedad se desarrolle. Por eso, sus pilares son la legitimidad en tanto, el gobierno es reconocido por sus ciudadanos como la mejor institución que se pudo establecer y por ende se puede reclamar obediencia y la eficacia, o cumplir con el objetivo único que debe tener un gobierno: el bien común.
Pocas cosas han cambiado la forma en la que la ciudadanía interactúa con sus gobiernos como lo han hecho las redes sociales. El ciudadano pasó de ser consumidor de informador a ser prosumidor y en ese nuevo paradigma nace la figura del gobernauta, quien no es aquel líder que gobierna a través de redes sociales, sino quien encontró en el ecosistema digital una herramienta potente para reforzar su legitimidad.
Para muchos gobernantes, las redes sociales son solo un canal análogo a los tradicionales medios de comunicación mediante el cual publicitan e imponer criterios de pensamiento, o, mejor dicho, las utiliza como un canal unidireccional. Craso error. El gobernauta debe utilizar las redes sociales como una plataforma para llamar a la acción de la ciudadanía, y como propuesta de resolución colectiva a los problemas mediante la escucha, la proposición, la persuasión y la argumentación.
De esta manera se conseguirá fortalecer el vínculo con los ciudadanos, conectando emocionalmente, y por ende creando credibilidad y blindando la imagen del gobierno y del gobernante. Esto es muy diferente a sencillamente disparar la información, bombardeando a los ciudadanos con asuntos agobiantes, esperando únicamente a sus reacciones, y encima pretender que este sea un método eficaz para calibrar la aprobación de una gestión determinada. Me propongo así esbozar algunas recomendaciones para replantear la comunicación de los gobiernos en aras de fortalecer la gobernabilidad.
En primer lugar, las redes sociales son un potente canal de comunicación a bajo costo. Hay que comunicar en redes sociales, pautar, unirse a corrientes de opinión con los temas más activos del momento. El público no solo busca recibir información, si no mantener un diálogo orgánico con sus gobernantes. Responder en vivo y directo al ciudadano, sostener conversaciones en cualquier espacio digital, son acciones que sin duda mejorarán la transparencia de la gestión de cara a la opinión pública.
Segundo, llegar al ciudadano con la información relevante en lugar de obligarlo a buscarla es sin duda un plus para la gobernabilidad. ¿Cuántos ciudadanos están dispuestos a buscar la rendición de cuentas de su alcalde en la página de la alcaldía local? Pocos. En cambio, al llegarle directamente a ellos, se les evita ese trajín con un medio que utilizan todos los días como su teléfono celular.
Por último, las redes sociales son el espacio ideal para probar mensajes con el público, arrojando las métricas más exactas posibles, y permitiendo la corrección en caliente del mensaje. Es una potente herramienta de testeo del ánimo social.
Como ven, son consejos que seguramente harán que el ciudadano se sienta involucrado, y cuando se mantiene involucrada a la audiencia, además de humanizar la marca gobierno y gobernante, construyes confianza, y, en consecuencia, los ciudadanos darán luz verde a su gobierno para gobernar.